Hoy recordamos el día en que la cultura hispana desembarco en el Nuevo Mundo. Descubrimiento de américa, encuentro de dos mundos, el nombre no importa mucho, lo importante es que marca un hito en nuestro continente.
El Nuevo Mundo dio a luz a un nuevo tipo de hispano, uno con nuevos rasgos a parte de los íberos, celtas, púnicos, hebreos, helénicos, latinos, godos y árabes que tienen los peninsulares.
No podemos negar las atrocidades que se cometieron en la conquista, pero tampoco quedarnos enfocados en ello, lamentablemente así es como han actuado las civilizaciones desde siempre, y así es como hemos llagado hasta aquí, lo mismo hicieron los Incas antes de los Españoles, no por nada Pizarro y Almagro terminaron igual que Atahualpa y Huáscar. Por lo tanto es hora de asumir los errores de nuestros antepasados, y dejar de hacernos los desentendidos como si no hubiese algo de su sangre en nosotros. Se trata de crear conciencia y no repetir lo mismo, no quedarnos ahí lamentándonos, porque no podremos crear nada nuevo.
La península se equivoco al pensar que las indias debían seguirlos a ellos, no por nada México llegó a ser la ciudad más grande del imperio, sin duda América debía ser la vanguardia hispánica y había que dejarla volar. Pero después del rompimiento tampoco hicimos mucho, hasta se podría decir que en la época republicana involucionamos, por ejemplo se estudio mucho menos las lenguas nativas como el Quechua. Es el precio que tuvimos que pagar para poder librar una guerra civil donde no encontramos otro combustible que comenzar a odiarnos a nosotros mismos.
Se comenzó a hablar de los españoles en tercera persona, cuando en la región, hasta el siglo pasado todos los presidentes han sido criollos o a lo mucho mestizos. En la independencia no peleamos contra “españoles”, si no contra iguales que apoyaban al bando realista. Este es el problema con nuestra identidad, odiamos a los españoles pero muchos llevamos su sangre en mayor o menor medida, en el peor de los casos somos los hijos de la violación, ¿qué vamos a hacer con ello?.
La peor parte vino cuando comenzamos a dividirnos en nacionalidades que nada representan realmente. Perdimos el sentimiento por el que el congreso de Tucumán utilizó el nombre Provincias Unidas en Sudamérica en su declaración de independencia, una de las tantas cosas que destruimos en las peleas políticas republicanas. Por ejemplo hoy en día sería inimaginable tener un presidente argentino en Perú, tal como lo fue San Martín. Empezamos a pelear por estupideces, que si el “ceviche” es peruano, ecuatoriano o chileno cuando probablemente sea mozárabe. Nos olvidamos que bien podríamos pertenecer a un país o al otro si la repartija política hubiera sido ligeramente diferente.
En conclusión, me tomo este día para reflexionar en como podemos rescatar nuestra identidad, y en el proceso ayudar a otras culturas a hacer lo mismo, pues el problemas es generalizado.
Sin duda un problema de querer recuperar el sentimiento hispánico es que pronto uno se puede ver rodeado de mono-neuronales que piensan que enorgullecerse de una cultura sirve para sentirse superior a otras, o que hubo alguna conspiración judeo-masónica en la independencia, pero si nos detenemos a causa de ellos, solo su voz se escuchará.
Si nos quedamos sumergidos en esta mediocridad solo estaremos defecando en la memoria de los pueblos que fueron destruidos para que todos lleguemos aquí. No lo olvidemos, etnias han sido arrasadas para que estemos aquí hoy, todos.
Feliz día de la hispanidad.